jueves, 12 de septiembre de 2013

La mies es mucha y los obreros pocos


Experiencia vocacional del P. Provincial


            La vocación no es un capricho por el cual uno cree que es apto para seguir al Señor, ni una realización personal a nivel humano. Es Dios quien llama y lo hace como quiere, cuando quiere y a quien quiere, para que se vea que es una obra suya y tantas veces se sirve de otras personas en la llamada. “Un escriba se acercó a Jesús y le dijo: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas.»  Dícele Jesús: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»  Dándole a entender que él no lo había llamado. Otro de los discípulos le dijo: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre.»  Dícele Jesús: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos.» (Mateo 8, 19-22).

           Mi vocación nació siendo niño cuando estaba en el Colegio de san José de los Hermanos de La Salle en Jerez de la Frontera (Cádiz). Vino al Colegio un carmelita ya fallecido, el P. Clemente Cardador Cobos, a imponer el escapulario del Carmen a los alumnos
allá por el año 1954. Tras la imposición del escapulario, el P. Clemente nos dio una pequeña exhortación y al final dijo: “¿Hay alguno que quiera ser carmelita?” Y yo levanté la mano desde mi puesto. Era el único que levanté la mano. Al mes estaba en el Seminario Menor Carmelita (Marianado, como se le llamaba entonces) de Hinojosa del Duque (Córdoba) para comenzar el bachiller y allí comenzó todo. Después ha venido el año de noviciado, los estudios para el sacerdocio, los destinos que he tenido, etc.Aun hoy me pregunto por qué levanté yo la mano. La llamada era del Señor a través de aquel Padre, a quien años después acompañé en su muerte.

            Ante la falta de vocaciones hoy, nos angustiamos de cara al futuro. Ya el Papa San Gregorio Magno hacía un comentario sobre las palabras Evangelio: La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos. Su comentario es un poco diverso a como lo pensamos nosotros. Dice él:Escuchemos lo que dice el Señor a los predicadores que envía a sus campos: La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies. Por tanto, para una mies abundante son pocos los trabajadores; al escuchar esto, no podemos dejar de sentir una gran tristeza, porque hay que reconocer que, si bien hay personas que desean escuchar cosas buenas, faltan, en cambio, quienes se dediquen a anunciarlas. Mirad cómo el mundo está lleno de sacerdotes, y, sin embargo, es muy difícil encontrar un trabajador para la mies del Señor…”, o sea alguien que esté dispuesto a anunciar el Evangelio y hacer la voluntad de Dios. Que el Señor nos conceda vocaciones así.


Rafael Leiva Sánchez, O. Carm.
Provincial Carmelitas de la Bética